martes, 14 de enero de 2014

Qué está pasando en Burgos?

Para entender a qué viene la durísima oposición de los vecinos del barrio burgalés de Gamonal a las obras de un simple aparcamiento, hay que remontarse mucho. Al menos un par de décadas.

Como siempre que un conflicto estalla, las causas rara vez se pueden explicar con lo que sucedió el día anterior. Para entender qué está ocurriendo en Burgos y a qué viene la durísima oposición de los vecinos a un simple aparcamiento hay que remontarse mucho. Al menos un par de décadas, si no más.

Durante años, antes incluso de la llegada de la burbuja inmobiliaria, Burgos fue una de las ciudades con la vivienda más cara de España, sólo superada entre las capitales de provincia por Madrid, Barcelona y San Sebastián. ¿La causa? A simple vista parecía inexplicable. Burgos no es ni mucho menos una gran urbe, unos 180.000 habitantes. Su población es estable desde hace años y, comparada con otras, apenas ha recibido inmigración. No tiene tampoco ninguna barrera natural para su expansión: está en mitad de un llano, sin esos límites que en otras ciudades pone la montaña o el mar. No tuvo tampoco un desarrollo económico excepcional: ni es un Silicon Valley, ni ha vivido ningún repunte industrial. Es una ciudad conservadora donde nunca parecía pasar nada, más allá de esa aparente maldición que obliga a la mayoría de los jóvenes a escapar. Conozco bien de lo que hablo. Nací en Burgos, estudié un año allí, en el Instituto Cardenal López de Mendoza, y gran parte de mis compañeros de estudios viven hoy en Madrid, forzados a emigrar por la falta de oportunidades en la ciudad.

Sólo hay una razón que pueda explicar por qué en Burgos la vivienda se disparó: la corrupción urbanística. Durante años, un constructor y sus amigos manejaron las recalificaciones del Ayuntamiento, que controlaba la derecha. Ese constructor se llama Antonio Miguel Méndez Pozo, aunque todo el mundo le conoce como Michel Méndez Pozo. O como "el jefe". No solo se dedica al ladrillo. Es también dueño del Diario de Burgos, el periódico más leído y con más influencia en la provincia.

 Con una mano, Méndez Pozo controlaba las listas de la derecha al Ayuntamiento, donde llegó a amparar una candidatura de "independientes" contra la lista de Alianza Popular. Con la otra, manejaba la política urbanística de la ciudad. Sus componendas con el Ayuntamiento llegaron a juicio a principios de los noventa. El propio José María Aznar –entonces presidente de la Junta de Castilla y León y líder regional del partido, además de amigo íntimo de Méndez Pozo– tuvo que declarar por sus estrechas relaciones con el constructor; Aznar reconoció que le pedía su "opinión", que era su asesor para temas urbanísticos. En 1992, el alcalde de Burgos, José María Peña, fue condenado por prevaricación a doce años de inhabilitación para cargo público. A Méndez Pozo le cayeron siete años y tres meses de prisión. Sin embargo, el constructor sólo cumplió nueve meses antes de salir de la cárcel en tercer grado. Más tarde, el Gobierno de José María Aznar indultó al alcalde Peña, que volvió a presentarse a las municipales y salió elegido concejal (Burgos es así). 
La cárcel no fue un obstáculo en la carrera de Michel Méndez Pozo. Al contrario. Tras pasar por la trena, no sólo no se convirtió en un apestado sino que aumentó aún más su fortuna, sus relaciones y su poder. En Valladolid, se alió con el grupo PRISA para lanzar otro periódico, El Día de Valladolid. En Navarra, se asoció con la COPE. Puso en marcha la delegación autonómica castellanoleonesa para Antena 3, y también pactó con su antiguo rival, el constructor leonés José Luis Ulibarri, para montar juntos la televisión autonómica semipública –la paga la Junta– de Castilla y León.

Su grupo de comunicación, Promecal, también se expandió a Castilla-La Mancha. Allí lanzó varios periódicos que fueron muy leales al PSOE hasta que ganó el PP. De paso, aprovechó su presencia en los medios para sacar tajada con sus otros negocios: sus empresas constructoras están entre las principales deudoras de la quebrada Caja Castilla-La Mancha. Méndez Pozo también invirtió en dos de los agujeros negros más famosos de la comunidad: el ruinoso aeropuerto de Ciudad Real y el proyecto de parque temático "El Reino de Don Quijote". 
Burgos fue y ha seguido siendo el bastión de Méndez Pozo. Con la ayuda del periódico, se ha impuesto antes y ahora al propio Partido Popular, en una extraña relación donde un hombre que nunca ha sido militante del partido es el auténtico poder. Los alcaldes cambian pero Méndez Pozo permanece. El Diario de Burgos un día calla y al otro se convierte en referente del periodismo de investigación, al destapar un escándalo con la factura telefónica de uno de los concejales del Ayuntamiento, casualmente uno con mala relación con el constructor. De fondo de estos navajazos, un proyecto: el del aparcamiento en el barrio obrero de Gamonal.

El Vallecas de Burgos

Para entendernos, Gamonal es el Vallecas (o el Hospitalet) de Burgos: un antiguo pueblo en las afueras de la ciudad que acabó anexionado por la capital provincial. El franquismo llevó a Gamonal el mayor polígono industrial de la ciudad y la inmigración rural convirtió el antiguo pueblo en un barrio obrero de aluvión, de inmensos bloques de pisos de ladrillo visto, donde hoy viven cerca de 70.000 personas en la zona más densamente poblada de la ciudad.

La principal avenida de Gamonal, esa calle Vitoria donde el alcalde quiere construir el aparcamiento con bulevar, es la antigua carretera N-1, que unía al antiguo pueblo con la ciudad. Por las noches, funciona un pactado sistema de aparcamiento en doble fila. Los vecinos se organizan entre ellos, según sus horarios, para dejar sus coches sin el freno de mano puesto. El barrio, tan poblado, apenas tiene aparcamientos. Cuando se construyó, los obreros no tenían coches. Hoy Gamonal, donde el paro se ha disparado, es el barrio de Burgos donde más se nota la crisis, donde viven las personas más castigadas por la situación económica.

Los vecinos se oponen al aparcamiento porque dejará la mayor vía que une el barrio con el centro de la ciudad con sólo un carril en cada dirección –ahora hay cuatro–, y porque se quedarían sin sitio donde aparcar. Los nuevos aparcamientos serán muy caros: 19.800 euros por cada plaza, que además no es en propiedad sino en alquiler por 40 años, por lo que después no se podrán vender con facilidad. Además, los vecinos no entienden que esa obra de 8 millones de euros sea la prioridad en un barrio sin apenas equipamientos –hay una guardería a punto de cerrar porque faltan unos míseros 13.000 euros– y en un Ayuntamiento cuyas cuentas están al borde de la bancarrota.

Por supuesto, detrás del aparcamiento en Gamonal hay una sombra, omnipresente en la ciudad: la de Méndez Pozo. Ha sido una de sus empresas la que ha diseñado el proyecto y es la constructora de uno de sus socios habituales con los que trabaja la que se ocupará de llevarla a cabo, si es que los vecinos no la logran parar. 
El Ayuntamiento confiaba en acabar con las protestas por la vía habitual: con el apoyo de los medios amigos. En Burgos hay dos diarios, ambos conservadores. Uno es de un imputado en la Gürtel; el otro, de un condenado por corrupción. El Diario de Burgos es de Méndez Pozo y el otro periódico de la ciudad, El Correo, es de su socio en la televisión autonómica, José Luis Ulibarri, otro constructor leones, imputado por la Audiencia Nacional en la trama de Francisco Correa y el Bigotes. El Correo, para más señas, se distribuye de forma conjunta con El Mundo. Además de con Unidad Editorial, el imputado Ulibarri también ha cerrado acuerdos con el grupo Vocento –editor de ABC– y ahora está aliado con EsRadio, la emisora de Jiménez Losantos. Todos estos negocios entre los editores de Madrid y los prohombres del ladrillo castellano explican también por qué el nombre de Méndez Pozo apenas se conoce fuera de Burgos.

Sin embargo, el apoyo de los periódicos de Burgos –como ejemplo sirve este tendencioso artículo en el Diario de Burgos o esta portada de El Correo– no ha servido en esta ocasión para acallar las protestas. El Ayuntamiento ha olvidado algo fundamental: que ahora existe internet y las redes sociales, donde la información es mucho más difícil de controlar.

Gamonal no es muy distinto a otros barrios obreros españoles. Pero nadie podría imaginarse que fuese una ciudad aparentemente tan conservadora y católica como Burgos donde se viviese un estallido así. Los turistas que visitan la catedral olvidan que un tercio de sus habitantes viven muy lejos del elegante paseo del Espolón, en el olvidado Gamonal.

El PP está alarmado y ha llamado a capítulo al alcalde de la ciudad, Javier Lacalle. Su miedo es razonable. Lo que hemos visto en Burgos no es muy distinto a lo que ha pasado antes en otros disturbios como los de Londres o París. O a lo que podría pasar en otras ciudades españolas ante chispas tan aparentemente inocentes como la remodelación de una calle. Por mucho que el PP quiere mezclar esta protesta con la kale borroka, asegurando que los jóvenes violentos venían de otra ciudad –han inventado el "turismo manifestante"–, la realidad es que los detenidos son tan de allí como la morcilla o la catedral. Es lo que pasa cuando el paro juvenil se dispara y hay una última gota que desborda el vaso.

Dice Noam Chomsky que la violencia nunca surge de la nada. Tampoco en Gamonal.

Fuente: http://www.eldiario.es/escolar/pasando-Burgos_6_217738233.html

Arden unos contenedores en una calle de Burgos, y todos saltamos del sillón. ¡Empezó el estallido social, el que algunos llevan tiempo temiendo, el que otros esperan para que todo cambie de pronto, el que la prensa extranjera parece echar de menos cada vez que se pregunta por qué España no arde!

En realidad lo que nos pasa es que estamos poco acostumbrados a ver escenas como las vistas en Gamonal. Aunque los de la porra insistan en alertar de la deriva violenta de toda protesta, hasta el ministro del Interior debería reconocer que en España han ardido muy pocos contenedores y se han tirado muy pocas piedras en más de cinco años de saqueo y corrupción.

Por eso cuando de pronto hay una hoguera, todos corremos a remover las cenizas humeantes, cada uno buscando lo suyo: unos, la chispa de la gran revuelta que no acaba de llegar. Otros, la confirmación de no hay problemas sociales sino solo problemas de orden público, y lo que hace falta es más represión.

Pero sin llegar a quemar nada (y los propios incidentes de Burgos han sido mucho menos de lo que gritan unos y otros), lo sucedido en Gamonal tiene puntos en común con otros estallidos recientes: todos son de pequeña escala, y aparentemente por razones no tan graves (no tanto como los grandes recortes y contrarreformas), y sin embargo provocan una inflamación ciudadana que no se consigue con otras causas que en principio deberían provocar grandes incendios.

En Gamonal son los vecinos que no quieren dejar su calle en manos de los corruptos de siempre, ni quedarse sin aparcamiento (y quienes vivimos en barrios apretados entendemos bien lo que eso significa). En otros barrios y pueblos son vecinos que se encierran en un ambulatorio para que no echen a dos médicos, o que bloquean un derribo, paralizan un desahucio, abuchean a un alcalde de visita, salvan una fiesta popular o se reapropian de instalaciones abandonadas o pisos vacíos.

De vez en cuando, como en Burgos, la gota colma el vaso y se desborda donde menos lo esperábamos. Lo que prueba que la temperatura callejera sigue siendo altísima, aunque en algunas zonas aparente enfriamiento, y hace que los gobernantes se cuiden mucho de tirar cerillas en charcos de gasolina que parecen pequeños. Lo del Gamonal demuestra otra vez que la gente no está para bromas, que estamos a la que salta, que no pasamos una… en nuestra calle.

Porque episodios como el de Gamonal y otros recientes pueden indicar que la resistencia ciudadana se ha replegado, que nos estamos atrincherando. En nuestras casas, en nuestros barrios, en nuestras comunidades que estamos dispuestos a defender con uñas y dientes. Tal vez no podamos oponer fuerza suficiente contra la privatización sanitaria, los recortes sociales o la ley del aborto, pero por nuestra calle no pasarán. De ahí el rearme que está conociendo el movimiento vecinal, y las asambleas de barrio que surgen por todas partes, algunas continuadoras del 15-M (¿recuerdan cuando dejaron la Puerta del Sol para irse a los barrios? Pues ahí siguen muchos).

Usando una metáfora bélica, somos como esos pueblos que, incapaces de plantar batalla en terreno abierto, esperan al enemigo en el territorio donde saben defenderse, ya sea la jungla o el suburbio. Resistencia de guerrilla, a partir de la conciencia de nuestras propias fuerzas. No tenemos mucho para combatir las armas de destrucción masiva que nos lanzan en forma de decretos, pero si quieren ocupar nuestra calle tendrán que conquistarla casa por casa.

Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/Gamonal_resistencia_vecinos_6_217738253.html

Méndez Pozo, socio de un ‘empresario Gürtel’, ‘amigo’ de Aznar y condenado por corrupción, detrás del polémico parking de Burgos

El alcalde, el 'popular' Javier Lacalle, insiste en que las obras van a continuar pese al clamor popular
Los vecinos de Burgos han declarado la guerra al proyecto del Ayuntamiento de la ciudad, que preside el popular Javier Lacalle y del que es beneficiario el empresario Antonio Miguel Méndez Pozo, constructor y magnate de la comunicación en Castilla y León. Es el dueño del principal periódico local, El Diario de Burgos y concesionario, junto al empresario José Luis Ulibarri -imputado en la Gürtel-, de la Radiotelevisión de Castilla y León, que financia el gobierno autonómico. Fue condenado por corrupción en 1992 a siete años de prisión por el llamado Caso de la Construcción, aunque sólo cumplió nueve meses ya que se benefició en tiempo récord del tercer grado.

Amigo íntimo de Aznar

La sentencia certifica su cercanía con José María Aznar. En ella se especifica cómo consiguió tener un “gran protagonismo político” en Burgos de la mano del entonces alcalde José María Peña (PP), condenado por el mismo caso a 12 años de inhabilitación:

“El señor Méndez Pozo, gracias a la confianza entre él y Peña, llegó a adquirir un gran protagonismo político, pues en 1987 estuvo presente y tuvo intervención activa en varios almuerzos y reuniones en las que se trataron las diferencias que enfrentaban a las distintas opciones de la derecha burgalesa, asumiendo en ellas el papel de mediador, a pesar de que acudía a instancias del señor Peña, lo que no le impidió llegar a adquirir la confianza del entonces presidente de la Junta de Castilla y León, don José María Aznar López, quien estuvo presente también en alguna de dichas reuniones, llegando a encargar al señor Méndez Pozo un trabajo sobre la construcción en Castilla y León”.

Polémico indulto del Gobierno de Aznar

Se da la circunstacia de que Peña, que posteriormente fue indultado por Aznar, posibilitó su llegada a la presidencia de Castilla y León en 1987,cuando el único diputado de su formación SI resolvió el empate de la entonces Alianza Popular con los socialistas. Así, en 2001 es indultado de su inhabilitación de 12 años para cargo público por el Gobierno del Aznar y un año después se presenta de nuevo a las elecciones municipales siendo elegido concejal del Ayuntamiento por el Grupo Solución Independiente.

La contabilidad B del PP: 31 millones de pesetas para Peña

Para rizar el rizo, Peña está también implicado en la Gürtel según reveló Luis Bárcenas en su declaración ante el juez Pablo Ruz del pasado mes de julio. Entonces, aseguró que un apunte de 1992 bajo el epígrafe “entregado a Paco para Begoña”, responde a una especie de indemnización de 31.300.000 pesetas (188.000 euros), para el exalcalde burgalés por la pérdida de su cargo tras ser condenado. Según el extesorero, el partido le hizo llegar ese dinero en metálico en tres entregas a través de “Paco”, que no era otro que Francisco Álvarez Cascos, entonces secretario general del PP, para que se lo hiciera llegar a una tal Begoña, quien a su vez supuestamente se lo entregaba al exalcalde. En aquella época, justo después de ser condenado, Peña alardeó de contar con el apoyo del PP y se resistió inicialmente a dejar el puesto.

Concesionario del polémico parking

Por su parte, Méndez Pozo también regresó a los negocios de éxito tras su paso por la cárcel. Ahora su empresa es la beneficiaria de la construcción de un polémico parking en el barrio burgalés del Gamonal y que ha provocado una protesta vecinal sin precedentes.

El alcalde sólo escucha a los antisistema

Pese al clamor popular, el gobierno municipal se niega a escuchar a los vecinos que protestan pacíficamente y se quedan sólo con la crítica a los antisitema que provocaron graves incidentes a lo largo del fin de semana. “No se puede permitir que una minoría de violentos doblegue la voluntad democrática”, asegura el popular Javier Lacalle al tiempo que insiste en que las obras van a continuar.

Cientos de personas han participado en una protesta vecinal en el barrio de Gamonal, en Burgos, contra la conversión de la calle Vitoria en bulevar, que ha acabado con lunas de escaparates, cabinas telefónicas y marquesinas de autobús destrozadas y contenedores ardiendo. EFE

Una obra sin consenso

Por su parte, la presidenta de la Asociación de Vecinos del Gamonal, Ana Moreno, que también ha condenado a los violentos, ha criticado en la Cadena SER al Ayuntamiento por llevar a cabo una obra como ésta sin consenso.

Fuente: http://www.elplural.com/2014/01/13/el-capo-mendez-pozo-socio-de-un-empresario-gurtel-amigo-de-aznar-y-condenado-por-corrupcion-detras-del-polemico-parking-de-burgos/

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