No aparecen sus banderas en las manifestaciones o huelgas. No se habla de ellos en los telediarios. Son casi desconocidos para millones de españoles. Pero son un poder fáctico, casi siempre en la sombra. Son el último vestigio del nacionalsindicalismo rancio.
De entre todas las peculiaridades y pactos de silencio de esta democracia nuestra del 78, destacan los blindajes mediáticos. Hasta hace poco estaba vigente el blindaje mediático de la Corona, por el que todas las noticias que aparecían sobre el Rey y su familia en las televisiones y diarios convencionales eran positivas o halagadoras. Era una idea justificable en los años 70 y 80, cuando la democracia estaba amenazada, por un lado, por el golpismo militar, y por otro, por los asesinatos de ETA. Había que dar al pueblo una especie de dioses que no se equivocaran nunca, para fortalecer el nuevo régimen. Una vez desaparecido el golpismo militar, y una vez pacificado, mucho más tarde, el avispero vasco, el blindaje mediático de la Corona ha caido como un castillo de naipes, y de tres años para acá nos hemos enterado de los trapos sucios de la monarquía que habían permanecido ocultos.
Esa circunstancia ha causado conmoción en el presente, pero acabará fortaleciendo una democracia más transparente para el futuro, tanto si persiste la forma de estado monárquica como si viene otra república. Pero queda otro blindaje mediático, resto del antiguo sindicalismo vertical y de cosas peores, que hasta la fecha ha impuesto un verdadero chantaje al pluralismo informativo en España y que probablemente haya llegado a su punto de obsolescencia.
Hay dos sindicatos poderosísimos en España, que en las grandes ciudades mandan tanto como UGT y como CCOO, y como USO o CGT, pero que operan en silencio. Federación de Asociaciones Sindicales de Grandes Almacenes, o sea FASGA. ¿Le suena de algo ese nombre?. Probablemente no. Como decimos, este sindicato no es amigo de publicitarse con spots, banderas u octavillas. No le hace falta. Federación de Trabajadores Independientes de Comercio. FETICO. Tampoco sale en la "tele", pero hace y deshace sobre el destino de miles de trabajadores.
Se autodefinen como sindicatos "independientes", pero son lo que a principios del siglo XX se conocía como sindicatos "amarillos", es decir, meras estructuras teledirigidas por los patronos para dar una apariencia de pluralismo en las representaciones sindicales de las empresas, y en concreto, en este caso, de UNA empresa, que como hacía en sus buenos tiempos el PNV en Euskadi, constituye un régimen endogámico. El PNV, como el Movimiento Nacional de los camisas azules, para lo que le interesaba movilizaba patronos y para lo que le interesaba movilizaba obreros. En la mayor parte de los países serios este tipo de sindicatos están vetados, pero una vez más, Spain is different.
Como ocurría hasta hace pocos años con los Borbones, casi nunca ha aparecido una noticia crítica con El Corte Inglés en los diarios de papel. Solo "El Economista" se atrevió con ellos hace algunos años. En otros casos, como en el de un libro que narraba la historia de esta cadena de grandes almacenes, no ha habido tanta suerte. La primera edición fue "casualmente" retirada de las librerías en el mismo momento de aparecer. Ya sean diarios que se definan de izquierdas, de derechas o de centro, la inmensa mayoría de ellos está sometida al pacto de silencio por el que reciben amplios ingresos en forma de publicidad, a cambio de unas condiciones inimaginables en un país que se tilde de democrático. No se puede nombrar a la entidad por su nombre, como los antiguos judíos no podían pronunciar el nombre de su dios. "Unos conocidos grandes almacenes" es el eufemismo que impone esta peculiar forma de corrección política.
El Corte Inglés tiene mucho de religioso. Como el Vaticano, fija fechas en el calendario como de celebración, e incluso se apropia de festividades divinas como la Navidad para convertirlas en apologías del consumo que probablemente los fundadores del cristianismo no verían con muy buenos ojos. Igual que en tiempos remotos nuestros antepasados edificaban iglesias como primer paso de las ciudades que iban a surgir en las selvas del Amazonas o en los desiertos de Nevada, en los años locos del dinero fácil y el ladrillo rampante, primero se edificaba un Corte Inglés, y luego todo lo demás de los nuevos barrios al estilo Sanchinarro. No había hospital, no había escuelas, no había casas, pero ya estaba allí la catedral del dios del triángulo verde.
La Omertá absoluta. Cualquiera que dentro de las plantillas de estos centros quisiera afiliarse a sindicatos que no fueran FASGA o FETICO, teóricamente podía hacerlo, pero en la práctica se veía sometido a mobbings de todo tipo, y con la garantía de que la prensa no iba a decir ni mú. El sindicalismo vertical de los falangistas no desapareció en el 78. Se transformó y evolucionó. En contra tiene, por fortuna, el propio paso del tiempo, la aparición de nuevos medios de comunicación basados en la informática, y el cuestionamiento cada vez mayor de muchos dogmas que parecían sólidos como el granito.
Fuente: http://www.diarioprogresista.es/los-otros-sindicatos-39949.htm
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