miércoles, 25 de junio de 2014

EN MI CUERPO REINO YO



A por todos los derechos sexuales y reproductivos.


¡En nuestros derechos y nuestros deseos, nosotras somos las reinas!


Ninguno de los derechos y libertades que ejercemos ha sido nunca regalado: eso lo sabemos bien quienes amamos y deseamos saltándonos las normas. Empezando por el derecho a vivir nuestras vidas como nos dé la gana, hemos construido espacios de libertad, barricadas desde las que conquistar la justicia y los derechos iguales para gentes diversas.


Porque nunca hemos creído en una democracia (plena) en la que nuestros derechos dependan de nuestro color, de nuestro deseo, de nuestro origen o de que nuestro cuerpo se ajuste a la opinión de otros.
Y nunca hemos aceptado que tuviéramos que comprar nuestra libertad para ser y actuar como lesbianas, gais, bisexuales, transexuales o intersexuales. Nunca hemos tragado con ser ricas y famosos o pudrirnos en el armario, que eran las opciones que nos ofrecía este mercado que pretende vendernos nuestros derechos; comprar derechos al precio de nuestra dignidad.


Así, fuimos arrancando libertades y derechos sexuales y reproductivos a una sociedad lastrada por un franquismo no superado, por una jerarquía católica casada con el poder, y por unos gobiernos sumisos a la dictadura de los llamados mercados. Así conseguimos grandes avances legales, pero no llegamos a ver una educación realmente inclusiva, un derecho al aborto independiente del dinero que tuvieras para pagártelo, ni una libre identidad sexual sobre la que no decidiera ningún médico.


En esa continua lucha estábamos cuando hace ya seis años los abusos de quienes más tienen pincharon la burbuja, y empezaron a caernos encima los mazazos en forma de recortes que inevitablemente se llevaban por delante derechos aún no plenamente conquistados. Porque sabemos que cuando los poderosos aprietan, los primeros derechos desahuciados son los de quienes viven su vida fuera de la norma.


Y poco después, la llegada del Partido Popular al gobierno central y al de Aragón dispararon el acoso y derribo de nuestros derechos. Su obsesión de buscar culpables de los recortes les ha servido para bloquear todo avance en educación, para sabotear nuestros derechos sexuales y reproductivos y cerrar toda vía a la libre identidad sexual.

La contrarreforma de la ley del aborto de Gallardón, que pretende legislar sobre nuestros cuerpos impidiéndonos ejercer una maternidad libre y deseada, es pura violencia legal contra millones de mujeres, especialmente sobre las de abajo, que carecen de recursos para costearse un aborto fuera de nuestras fronteras. Y la supresión de la reproducción asistida de la Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud para las lesbianas (y mujeres solas) nos niega nuestro derecho a la maternidad como castigo por no contar con un macho que decida por nosotras.


Pero pese a todos estos ataques, las mujeres, las personas transexuales e intersexuales, los gais, las lesbianas y las bisexuales sabemos que sí se puede, y lo decimos hoy con orgullo, sí, con orgullo feminista. Como mujeres reivindicamos y celebramos las múltiples posibilidades de vivir o no la maternidad solas o acompañadas por quien nos dé la gana. Y como personas libres, exigimos la despatologización de nuestras identidades; el fin de las intervenciones correctoras respecto a la intersexualidad: el fin de la tutela sobre nuestros cuerpos porque sólo nosotras decidimos sobre los mismos: no somos “enfermas”, sino que es enfermo el sistema, el sistema heteropatriarcal, que nos encasilla y nos obliga a ceñirnos a modelos imposibles y estancos de hombre y de mujer.


Vivimos momentos cruciales. Momentos en que se vuelven contra los poderosos todas las agresiones que hemos sufrido las de abajo, las pobres, las distintas según sus normas, las lesbianas, las trans, los gais, las intersexuales, las insumisas al modelo sexual impuesto. Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo, porque las tornas están cambiando, porque es posible que derrotemos a este mal-gobierno y que vayamos más allá: que cambiemos un sistema económico, social y político injusto e insostenible.


Ahora es el momento de decirlo y ejercerlo: en nuestros cuerpos y en nuestras vidas, en los pueblos, en las calles y en las instituciones... ¡solo reinamos nosotras! ¡Sí se puede, aunque no quieran!.

                                                              

¡En nuestros derechos y nuestros deseos, nosotras somos las reinas!





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